La labor docente, con ser muy importante, no basta para que la especial psicología del niño evolucione hacia el total equilibrio de su propia vida interior, roto, en ocasiones, por los más cálidos y entrañables afectos. La falta de confianza en sí mismos-eso que ahora se ha llamado complejo de inferioridad-resulta lógica en quién se encuentra desvinculado del auténtico medio familiar, donde los niños pueden refugiarse para que sus penas y alegrías adquieran una significación humana profunda y completa.
Es preciso, pues, ocupar ese vacío con algo que sea capaz de llenarles el alma de confianza y alegría, sentimientos tan necesarios para el desarrollo de su incipiente personalidad.
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